Un amigo mío me ha comentado en más de una ocasión que tengo un criterio bastante especial a la hora de analizar series, y que por lo general me gusta casi todo. No se hasta que punto podría ser cierta esa afirmación, pero si es verdad que suelo disfrutar con casi cualquier anime que veo, aunque mi cabeza fríamente me diga que esto que estoy viendo no es para nada lo suficientemente bueno como para que me guste. Así que en esta nueva etapa del blog quería empezar hablando de la que, desde mi punto de vista, es la decepción del año; la última serie de Kyoto Animation (con permiso de ese bodrio de experimento llamado Suzumiya Haruhi segunda temporada, del que ya hablaré en otra ocasión); K-On!
Yui Hirasawa es una estudiante de primero de preparatoria, que como en muchos otros animes no sabe a que club extraescolar unirse. Al final terminará uniéndose al K-On Bu, el Club de Música Ligera, al que pertenecen Ritsu Tainaka como líder y baterista, Mio Akiyama al bajo y Tsumugi Kotobuki a los teclados. Yui deberá aprender a tocar la guitarra (ésta se une al club sin saber tocar ningún instrumento y sin la menor idea de lo que se hace en este) para que el K-On Bu cumpla su objetivo principal; consolidarse como grupo y terminar tocando en el Budokan.
Lo primero que me llamó la atención de este anime (a mi y prácticamente al 80 % de la gente que lo haya visto) es su magnifico ending; Don’t Say Lazy, interpretado por las seiyuus de las protagonistas, el cuál en su versión TV evoca una estética muy videoclip que te hace pensar que realmente las chicas conseguirán el propósito del argumento. Salvando las distancias dentro del género musical que se plantea, en un principio la serie me recordaba a lo ya expuesto en el magnifico argumento de Beck, en mi opinión la mejor serie que desarrolla el género musical; véase, protagonista al que nunca le ha interesado la música en absoluto pero con un gran potencial y fuerza de voluntad que le harán destacar como músico y un grupo en conjunto que tras muchas penurias conseguirán triunfar en el sector, o por lo menos dar que hablar.
Nada más lejos de la realidad, rápidamente este buen argumento se difumina para desarrollar una serie de sketches humorísticos potenciando las personalidades tópicas de cada uno de sus personajes. Yui encarna el prototipo Kawaii, personaje de personalidad y diseño entrañablemente adorable, de carácter infantil y atontada, Ritsu es la alocada del grupo, del que partirán la mayor parte de las situaciones cómicas con su interacción con Yui y sobretodo con Mio. Mio rezuma Moe y Tsunedere a partes iguales por todos sus poros; convirtiéndose probablemente en la gallina de los huevos de oro de los dibujantes de Doujins durante los próximos años. Mención aparte me parece el caso de Tsumugi. Al ver a este personaje, irremediablemente no puedo dejar de recordar a Miyuki Takara de Lucky Star, serie del mismo estudio, tanto en personalidad como en diseño (chica de familia rica, ingenua y de formas voluptuosas). En conclusión,K-On! presenta un modelo de personajes ya utilizado en varias series (incluso del mismo estudio) y orientado al Fan Service. A las protagonistas habría que añadir al quinto miembro del club que se unirá en el segundo arco argumental de la serie (¿una serie de 13 capítulos con varios arcos argumentales?) Azusa Nakano, una versión de Mio más pequeña; a Ui Hirasawa, la hermana responsable de Yui y sobretodo al que para mi es el mejor personaje de la obra, Sawako Sensei, la profesora de música de las chicas y manager del club, de doble personalidad y obsesionada con el cosplay. Un casting no del todo malo y con diseños muy vivos y agradables, pero al que le falta algo.
Porque en trece capitulos K-On! no te cuenta absolutamente nada. Los capítulos se desarrollan en como las chicas en vez de ensayar se pasan las tardes tomando pastelitos y té, en como intentan solucionar esto preparando unos campamentos de verano en alguna de las casas que tiene Tsumugi cerca de la playa y en las que al final no ensayaran y se pasarán enseñando modelitos de bikini durante todo el capitulo y en como a última hora y en vísperas de la semana cultural del instituto les entrarán las prisas para preparar una actuación en condiciones Toda esta interacción de hechos se repetirá dos veces en la serie (con y sin Azusa).Si bien es cierto que las situaciones cómicas bien me hicieron reír en alguna ocasión, según avanzan los capítulos (y teniendo en cuenta su duración esto resulta relativamente pronto) la serie resulta repetitiva y difícil de seguir.
Aunque el diseño de los personajes es agradable y fluido, se nota un bajón considerable en la animación respecto al magnifico trabajo de hace un par de años con la magnifica Suzumiya Haruhi o dentro de su simplicidad con Lucky Star. Mucho se ha hablado este último año de una restructuración de animadores y directivos dentro de Kyoto Animation que puede haber afectado al nivel de animación de esta; sin bien es cierto que la segunda temporada de Haruhi presenta una animación mucho menos fluida que su antecesora y que muchas veces cuando estás viendo a Haruhi parece como si estuvieses viendo el diseño de Yui.
La música queda relegada a un segundo plano, y realmente deseas que las chicas se tomen en serio el asunto para ver hasta donde pueden llegar. Al anteriormente comentado ending hay que añadir un más que correcto opening Cagayake!GIRLS y alguna de las interpretaciones del grupo en sus actuaciones en la semana cultural, como por ejemplo Fuwa Fuwa Time.
En conclusión, podría definir K-On! como una serie absolutamente 5, que no destaca ni desentona en ninguno de sus aspectos. Bien es cierto, que está basada en una serie de manga que a día de hoy solo cuenta con dos tomos recopilatorios, y que a la ya confirmada OVA que saldrá a principios del año próximo, tendremos más K-On!, pero mucho me temo que estas chicas jamás llegarán al Budokan y que probablemente jamás toquen más allá del escenario de su instituto o de la plaza mayor de su pueblo.